Un
libro doloroso y encantador, fruto de una larga meditación y un desarraigo.
Georgina
Zinno desnuda su autenticidad y principalmente su sinceridad, primera condición
en la ardua tarea del escritor.
…Sé fiel a ti mismo. Nadie más lo será…
Sus
textos desgarrados pero tiernos no son solamente una momentánea escapatoria de la realidad sino
por el contrario, una búsqueda profunda de identidad, el creciente misterio de
su interioridad ante un mundo incompleto.
…Volver al mismo lugar es también volver a
uno mismo…
Me atrevería a decir que, Palabras Santas enriquece el arte del Diario y a la literatura inventando un mundo propio para acercarse al lector, aunque a veces quiere distanciarse de ese mundo pero el espejo siempre le devuelve la imagen de su propia voz.
… No soy yo/ quién pinta flores en invierno,
/No soy yo/ quien duerme en el nido del gorrión…
Una
cosa que me gusta de este libro es que la autora recupera el silencio, la
hermosura y la necesidad del silencio entre los humanos y las cosas.
…Descubro que en el silencio también hay
voces…
Una
poesía clarividente, de ausencia y de presencias, de gestos sensibles,
con la verdad pasada que duele pero que aún se tiene la valentía de volver a
congregar los fantasmas frente al espejo y contemplarse desde adentro, desde el borde del alma.
…A mi paso, un gran dragón que expira su
eterna llama. Abrazador el mundo, en puntas de pie el alma…
Finalmente,
me es digno resaltar la última parte del libro donde incluye su poesía inédita
donde para mí cobra su mayor fuerza y belleza y donde creo que Georgina Zinno
ha plasmado todo su talento literario y su más desgarrada confesión. Su poesía
por momentos alcanza la brevedad del Haiku.
…Mujer con sombrero/ que pinta al óleo,/ el
barro de su cuerpo…
Es
entonces en esta amalgama de textos sugerentes donde Georgina Zinno encuentra
el recurso adecuado para cifrar su propia sensibilidad para revelarnos su modo
de pensar y sentir el mundo.
Amsterdam, verano
2014
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