domingo, 3 de noviembre de 2013

Destapar la olla

Escribo esta noche de sábado desde un nuevo refugio. Afuera, el cielo brilla con las luces del mundanal ruido. Durante años sólo fue hacer ojos sordos y oídos cerrados. La música empaña el momento, como algo mágico y necesario.

El regreso a la patria tiene eso de  darte de plano con una realidad que a lo lejos parece inventada.

Mis manos quieren acapararlo todo; el sabor es rancio en la boca, como quien sabe que los muros que construyó no sirvieron para nada.

Vuelven los recuerdos de lo que se fue. Vuelven los momentos y las apariencias no sólo engañan, exponen la inmensidad de su trascendencia.
Quién soy y adónde voy, son las preguntas que flotan desde siempre. Soy alma peregrina que deambula en la inmensidad de lo desconocido.

Vuelvo a casa para darme cuenta que nunca me fui. Que la que cambió fui yo, y no el paisaje.
Aun así, el paisaje presenta cambios y me doy cuenta que he perdido gran parte de mis sueños en pos de un espejismo.

Como Alicia a través del espejo me miro con sorpresa. Soy yo la que me está mirando o es esa otra que se reinventó a sí misma?



Somos mundos aparentes. Vivimos de lo que pensamos, comemos, soñamos, decimos, escuchamos, amamos. Y hay mucho más.

Esclava de mis propias limitaciones, hoy destapo mi propia olla a presión.
Hoy quiero ser la que soy pero más auténtica.

Porque la pureza de ser lo que tenemos que ser reside en darnos cuenta a tiempo que no estamos hechos sólo de historias, ideas, experiencias y emociones.

Somos más. Soy mucho más que una lista de la compra. Soy música, soy raíz, soy mundo.

Soy la que soy y vengo a quedarme. No me voy a volver a escapar de mi pasado ni de mi realidad.

El reencuentro es duro y raspa. Duele. Es una herida abierta que aun sangra.
Cada día me pregunto si tengo que enfrentarme a todo esto tan sólo para seguir adelante.

Con un pie adentro y otro afuera, hago de puente entre lo que fui y lo que soy.

Los rótulos no existen. Me reinvento a mí misma, aprendiendo a aceptar lo que veo y no me gusta. Dándole su lugar, aceptándolo. Dejándolo ir.
Lo quemo como quien pone una olla al fuego y se olvida.

Hoy necesito vomitar estas palabras, mañana será otro día.

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