sábado, 16 de agosto de 2014

Círculos de amor

La Flor de la Vida
Con la fuerza de la luna llena me  he sentido revitalizada en estos últimos días. Aunque no es sólo eso, creo que lo más importante es que me siento más plena y segura de mí misma porque volví de unas vacaciones donde me rodeó el amor.

La semana pasada fue mi cumpleaños. Cambié de década y con ello creo que no sólo me siento un poquitín más madura, también me dio nuevos bríos el poder hacerme una escapadita a Bélgica.
Fui a visitar amigos en Bruselas, y más que nada a desenchufarme.
Los últimos meses han sido muy movidos para mí, y necesitaba más que nunca tener gente con quién compartir mi vida.



Los círculos de amor son concéntricos, donde evolucionamos desde adentro hacia afuera. Al igual que en la geometría sagrada, donde se habla del origen del mundo a través de la flor de la vida, todos creamos a partir del lugar en dónde nos encontramos. Nos expandimos, nos conectamos, buscamos gente afín con la que nos sentimos más puros, más reales, nosotros mismos.

Saber que eso es posible, que se puede realizar, desde un lugar chiquitito que es ser un micropunto en el espacio. Estamos hechos de moléculas y nuestras células se conectan en campos magnéticos donde el amor es la energía, el pan de cada día.

Cuando entramos en contacto con gente nueva y diferente, no sólo disfrutamos del momento, también descubrimos cosas nuevas, nuevas facetas de nosotros mismos, nos expandemos. Y así se expande nuestro círculo de amor, propagándose a su vez en otros círculos. Creamos un espacio nuevo, una nueva sinergía.

Como todo en la vida hay reveses, la luna llena tiene su contrapartida en un signo que expande a otro signo en el firmamento. Hay un lado oscuro y un lado luminoso en todo lo que vivimos.
Por lo tanto, si hay círculos de amor, tambien hay círculos de odio.

Cuando amamos con desapego, amamos libremente, amamos desinteresadamente, no esperamos nada a cambio. Amamos, porque es un sentimiento puro basado en el respeto, el amor al prójimo, queremos lo mejor para los otros, les deseamos una vida feliz sin poseerlos.

Cuando amamos con apego, aprensión, posesión, crítica, violencia, agresividad, ambición, creamos entonces un círculo de odio. Esos círculos, al ser concéntricos, se expanden por su peso negativo.

Somos humanos, aprendemos y evolucionamos en pos de lo que experimentamos en la vida. No hay siempre uno bueno y otro malo, ni tampoco dos buenos o dos malos. Al sentir injusticia, justificación, tener celos, envidia, orgullo, expandimos los sentimientos negativos propios y creamos círculos de negatividad que nos arrastran. Creamos guerras, peleas, exclusión, muerte. Nos alejamos del fín ultimo que es ser amor con todos.

Personalmente creo que cuando tomamos conciencia de estar influenciados por nuestros inferiores y no nuestros superiores estamos haciendo un mundo menos justo. Es fácil decir esto y dar vuelta la esquina, encontrarnos algo o alguien que nos haga sentir esa violencia, injusticia. Asi pasan las cosas que pasan.
Pero hay esperanzas, siempre las hay.

Se empieza por aceptar lo que somos, aceptar que no somos infalibles, que no podemos tener todas las respuestas a nuestras preguntas. Que aun nos queda mucho camino por recorrer, madurar, aprender.
Mientras estemos atados a nuestro lado oscuro, negativo, estaremos creando esos círculos a los que tanto le tememos. Es un círculo vicioso.

Para poder amar al otro hay que empezar amándose uno mismo. Aceptarnos, tener compasión, no dejarse avasallar por los sentimientos de exclusión, permanencia, apego, dolor, odio, ambición, impaciencia. Nada de eso nos lleva a estar mejor. Todo empieza por casa.

Cuando hay gente que nos avasalla y nos falta el respeto, no es culpa de ellos. Es culpa nuestra también el permitirlo. Empezamos amándonos a nosotros mismos, aceptándonos con nuestros errores, virtudes, defectos. Algunos nos damos cuenta antes, otros después. No importa en qué estadio del proceso te encuentres, lo importante es darte cuenta. Ese es el primer paso fundamental. Tomar conciencia.

Ahora que tengo 40 años, no es que sienta que haya cambiado mucho. Pero sí he sentido de repente que ya muchas cosas me importan menos. Y que las que realmente me importan, son las que quiero mejorar. Mejorar mi calidad de vida, mejorar las relaciones humanas, mejorar en pos de no perder la calma. Y saber poner límites.

Sé que me quejo de un constante desamor en mi vida. Y ésto puede que haya sido así durante mucho tiempo, producto de las experiencias negativas en mi vida, pero tambien tiene mucho que ver con las propias actitudes. Con resentimiento, enojo, miedo, no creamos esos círculos de amor que tanto necesitamos para evolucionar y sobrevivir.

Si nos maltratan, nos hieren, nos insultan, no tenemos que ofrecer la otra mejilla. Simplemente tenemos que darnos cuenta que no es un problema nuestro. Aceptar que no sirve la confrontación, aceptar que para crear lazos de amor, tenemos que ser amor. Y para ser amor, tenemos que sentirnos fuertes dentro de nuestros zapatos. No dejarnos pasar por arriba, no permitir que el otro nos abuse o manipule. Sentirnos víctimas de las circunstancias no nos hace mejores ni nos eleva. La amargura es una forma de desamor.

Este viaje ha sido tremendamente enriquecedor, he podido disfrutar de la soledad sin ataduras y sin presiones. He sentido amor, calidez, contención y comprensión por parte de mis buenos amigos en Bruselas. También he tenido la oportunidad maravillosa de conocer gente nueva, descubrir otras mentes, otras historias de vida. Porque no somos tan distintos. Somos uno con el Cosmos. Todo lo que hacemos se refleja en el mundo. Como una piedra crea una onda en un lago calmo.

Expander los círculos de amor, desde adentro hacia afuera. Sabernos poderosos sin utilizar ese poder en nuestro beneficio nos brinda posibilidades mucho más fuertes y nos abre a mundos, dimensiones mucho más beneficiosas para todos.

Estoy feliz de poder expandir mis círculos de amor. De fortalecer las buenas amistades, de explorar en nuevos mundos, nuevas maneras de relacionarme con los otros. De poder reflexionar sobre todo ello. Y aprender a decir 'hasta acá' cuando mi cuerpo-alma-espíritu así me lo pide.

Estos 40s me están gustando, dejo mis convenciones, mis estructuras, mis esquemas, los dejo para mirarlos desde otra perspectiva. Los dejo, los rompo, los miro bajo otros ojos, nuevos, viejos, cansados, esperanzados, no importa cómo. Los dejo ir. Porque soltar es necesario para crear nuevos círculos concéntricos.

No hay comentarios.: