martes, 14 de agosto de 2012

El poder de las palabras

Cuando llamé Palabras Santas a este blog tenía un objetivo y una intención.
Después del tiempo transcurrido entre el blog que llevo hace dos años, Holanda Hispánica, y el que diera cuenta de  mis primeros comienzos en esto de la palabra escrita online (a título renegado 'literatura de tipo personal') pensaba en lo que quería dejar para la posteridad. No en vano, siguiendo la línea del mundo mágico que siempre fue mío, lo llamé en inglés In The Magical World.
El tiempo pasó, no mucho, pero lo suficiente para darme cuenta que mis inquietudes literarias pasaban por otros caminos.
Y así, hace poco tiempo, cambié el nombre en inglés por un nombre que definía exactamente mi sentimiento hacia las palabras que mueven al mundo. Las palabras santas, que nada tienen que ver con la santidad de las iglesias ni de las religiones. A no ser que entendamos la literatura como una religión, lo cual es posible en mi caso, no es este el camino ni la intención deseada.



Cuando elegí este nombre pensé en todas las posibilidades que engendraba el cambio. El cambio, como todo, traía consigo un vendaval de posibilidades, conexiones, intercambios, invenciones, inquietudes, opiniones.
En este estado eólico del pensamiento arraigado en un punto suspensivo, como se orean las sábanas en la soga, me reencontré conmigo misma a través de la escritura.
Lo interesante es que la escritura ya no es estrictamente 'escribir' como otrora. Ahora tecleo para ser más fiel a la fisonomía de estas letras que forman palabras, palabras que se editan, se borran, ya no indelebles al recrearlas en una pantalla.

A lo largo de mi vida he inventado mundos, mundos que se han chocado y colapsado, mundos que han quedado olvidados, girando en sus ejes, planetas solitarios. Estos mundos son parte de mí, de mi carácter y de mi personalidad.
Por eso cuando escribo lo hago desde adentro hacia afuera. Desde lo que cabe en mi mente, en mis sentidos, en ese mundo mágico donde pienso, siento, existo y soy.

Lo interesante de vivir uno en su propio mundo mágico es que es de uno, no viene nadie a decirle cómo y cuándo tiene que hacer algo. Uno toma sus propias decisiones, y al ser mágico, todo es posible.
Pero un mundo mágico propio no es real. Y todo aquello que no es real, tiende a ser muy lindo e interesante hasta el momento en que uno ya no está tan feliz de compartir sus palabras con uno mismo. Cuando no hay gente que participe de ese mundo, digamos que el mundo puede ser muy mágico pero para nada interesante.

Cuando decidí cambiar el nombre del blog también estaba tomando una decisión más de tipo personal. No se trataba sólo de abrir el mundo propio al mundo externo, se trataba también de pensar fuera de lo común, 'out of the box' como está tan en boga hoy en día. Y por pensar fuera de lo común, o de 'la caja', me refiero a hacer cosas diferentes, a pensar en otras posibilidades, a buscar otras alternativas para darle a ese mundo tan mágico y propio una nueva forma, una nueva vida.

Así, cambié de nombre y cambié de forma, pero no sé si cambié el contenido. Era necesario hacerlo? Es necesario?
Y acá está el quid de la cuestión, la esencia del asunto. Quién lee este blog? Hasta el momento el público lector ha sido y será la poca gente que me conoce, alguno que otro que viene desde el otro blog, que según le interese el título del post, leerá o no.
La verdad que casi nadie lee este blog, lo cual no me resulta extraño. Ya que al ser un mundo propio y mágico estaba más que claro que no estaba dirigido a todo el mundo.
Lo cual no es malo. No hay nada de malo en ello. No es terrible que la gente lea un blog según la necesidad que tenga. Hoy en día, con tanto escritor amateur dando vueltas por la red es lógico que uno destine parte de su tiempo libre a leer blogs que le resulten más amenos.

Palabras Santas no es un blog ameno. No e sun blog que dice lo que hay que hacer o cómo hay que hacerlo. No da tips ni tops. No da trucos ni esconde ases en la manga. No vende publicidad y tampoco la busca. No quiere resarcir ni influenciar. No quiere regalar ni ser regalado.

Palabras Santas es un blog que piensa fuera de la caja. Hoy puedo escribir una opinión, mañana una reflexión o una crítica sobre algo que me haya llamado la atención. Como puede salir una novela pensada en capítulos.
Y también la libertad, que es y siempre ha sido mi don más preciado, de pensar, sentir, decir y ser única, original, propia. Sólo yo.

Es lógico que al mirarme al espejo no vea a nadie más que a mí misma tecleando. Está bien que sea así. Construir público lector requiere de muchos sacrificios, como postrar seguido o postear lo que al otro le interese más que lo que a mí me parezca significante.
Pues, no. Palabras Santas es un blog que habla del mundo propio y del externo, desde un punto de vista crítico y personal. No en vano casi nadie se toma el tiempo de leerlo o de dejar su comentario. Quizás haya algo así como una barrera invisible que impida el feedback.
Y está bien, no es que me moleste eso. Quizás lo que me gustaría es saber que si tomo un camino u otro (como el que planteé hace unos meses, ver Artista Invitado) haya más salida. Más movimiento.
Pero no lo hay. Y eso me da la pauta que a veces cuando uno cambia demasiado, o piensa demasiado fuera de lo común, se topa con el obstáculo más preponderante: la falta de interés ajeno.

Creo en el poder de las palabras. Santas o no, desde el principio del mundo, cuando se escribió el libro más popular, la biblia. No en vano utilizo esta frase tan famosa del prólogo del evangelio según San Juan.
En el principio fue el verbo o la palabra, según el traductor. Porque el verbo o la palabra estaban asociados a Jesús. Y sobre todas las cosas, porque si Dios creo el mundo y sus elementos, el verbo o la palabra son también las que crean el mundo.
Y si no, no se olviden de lo que decía Descartes: cogito ergo sum (pienso, luego existo), o sea que las cosas y los seres existen siempre y cuando alguien las haya pensado antes. O las haya pronunciado.

Sigue la propuesta en pie, quizás mute la idea original, ya que como dije antes, el poder de las palabras es transmutar los elementos y la energía negativa en positiva. Multiplicar los panes y los peces. Sin ir más lejos, la magia de la que tanto nos llenamos la boca.

Seguirán otras propuestas, otras ideas, más capítulos de esta nómade novela, opiniones, reflexiones. Mucho más. Más de lo que hay, más de lo que hubo.
Quizás no despierte nunca el interés del público lector. Quizás sólo sirva como un ejercicio literario.
Quién sabe.. insondables son los caminos..

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