 |
| `A long way to go´ foto Dinni H. |
Muchas veces voy como al revés del mundo. Cuando llueve y hace frío me gusta hacer cosas fuera de casa, y un día como hoy debería haberlo disfrutado afuera.
Igualmente salimos por la mañana todos juntos para realizar la compra semanal.
Y después de almorzar y que la niña se fuera a dormir la siesta, aproveché que tenía tiempo para mí y me puse a revisar mi mail en el laptop.
Hacía unos 2 días que no ponía el laptop. Si bien hoy en día casi todo lo podemos hacer desde el móvil, si tenemos un smartphone, en general me gusta escribir desde el laptop.
Es como que le dedico mejor el tiempo a escribir un email o a escribir simplemente.
Desde que estoy meditando en casa cada día, estoy como más desconectada. Lo cual es bueno porque venía con unos meses de demasiada conexión. Demasiada dependencia la verdad.
Pero esta semana si bien sí me fui a dormir tarde las más de las veces, debo decir que de día aproveché mejor.
Y a veces aprovechar el día no significa llenarse de actividades, sino justamente aprovechar los momentos que tenemos para estar tranquilos.
Esta semana pude hacerlo. Mi día libre de los jueves fue inesperadamente tranquilo ya que a último momento la visita que íba a recibir no pudo venir, y de repente tenía unas cuantas horas de tiempo para hacer algo.
Finalmente decidí limpiar mi casa. A veces me cuesta decidirme a hacerlo porque pienso, erróneamente, que ese tiempo que tengo libre es sólo para mí y no para hacer de ama de casa.
Pero después de pensar qué hacer, me dí cuenta que limpiar, además de ser necesario, ordena la cabeza y el alma.
Puse música y me dediqué a restregar un trapo húmedo por todo lo que encontré a mi paso. Limpié baños, pasé la aspiradora, puse ropa a lavar, doblé ropa.. y después me dí una ducha tranquila. Me tomé todo el tiempo que necesité para ponerme cremas, vestirme con tranquilidad y después de todo eso, me puse a meditar.
Fue relajante y me sentí bien, por dentro y por fuera. Además que mi casa estaba linda, ordenada, limpia.
Fue realmente un placer hacer todo esto, sin tener niños corriéndome detrás, sin tener que correr con el tiempo, sin sentir la obligación de tener que salir o hacer algo determinado para aprovechar mi tiempo libre.
Después que volvió mi hijo del colegio, aproveché y me senté con él, le dediqué tiempo. Más tarde me fui a la biblioteca y después a la casa de una amiga a cenar. Después de cenar salimos a caminar cerca del bosque, en el camino vimos ranitas por todos lados. Se respiraba el aire fresco de la noche.
En resumen, tuve un día diferente, inesperadamente tranquilo y feliz.
Y creo que más allá de un día en la vida, tiene que ver con una manera de ver la vida.
Desde que empecé a meditar y a tomar decisiones personales para mejorar mi vida y mi futuro, poco a poco se van presentando oportunidades para desarrollar no sólo mi carácter, sino también mis posibilidades.
Si bien sigo sin trabajo, y apenas me quedan 4 semanas para que se termine mi seguro de desempleo, me siento menos preocupada. Hay algunas señales a mi alrededor, a las que les estoy prestando más atención.
Es un largo camino hacia adelante, del que apenas percibo cómo se irá desenvolviendo. Ante todo, ya no tengo miedo. La preocupación es una forma de miedo, de parálisis.
Creo que mientras mantenga la quietud dentro de mí misma, sorteando los obstáculos que se presentan a diario con una actitud de espera y tranquilidad, el camino se irá desenvolviendo solo.
Y así, unos días serán tranquilos, y otros más activos. Y eso está bien. Porque la vida está hecha de momentos, inolvidables momentos que perduran en la memoria. No siempre serán lo que esperamos, y a veces hasta lo inesperado puede sorprendernos de manera positiva.
Es una cuestión de actitud y de perseverancia.
Ahora dejo de escribir. La vida acá alrededor sigue y en cualquier momento nos sentaremos a cenar.
Mañana será otro día y seguiré escribiendo cuando toque.
Que tengan buen fín de semana!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario