sábado, 24 de diciembre de 2011

Personas y números

Desde hace un tiempo participo de manera regular en diferentes grupos en Facebook. Soy administradora de tres de estos grupos, dos bastante similares en su contenido y género, el otro es un grupo más abierto y más global en cuanto a dinámica del grupo.
Además de tener este blog y el que originó toda esta catarata de palabras que publico con cierta constancia en el éter.
Se podría decir que me interesa liderar una posición, aunque yo prefiero llamarlo 'seguir mi camino' o 'desarrollar mi vocación'.

No crean que esto fue siempre así. Durante el tiempo que vivo en Holanda, ya son 8 años, tuve un primer período de inspiración cero y hasta dudé de mis aptitudes literarias.



Vivía en mi propio mundo sola. No parecía querer necesitar  a nadie más que a mi familia. Se suponía que ésto era todo lo que el destino me tenía preparado. Y yo asumía ese papel. No lo discutía, aunque por lo bajo suspiraba pensando en aquellos momentos del pasado cuando escribir era como leer, o comer, o vivir.

Nos tocan siempre diferentes etapas. No es fácil emigrar de tu país, empezar de cero en otro, y cuando crees que ya estabas establecido, volver a emigrar, rumbeando más para el norte. Alejándote más de lo conocido, presentándose otro tipo de obstáculos, reempezando de menos cero y lidiando con tu vida, tu pasado y tu futuro.

Son muchas cosas. Entre tanto, las personas no somos números. Aun intentado generalizar, ponernos a todos en una misma bolsa, diciendo que si tal porcentaje se comporta de una u otra manera, o tal cantidad de inmigrantes sufren tal o cual problema no es válido para nuestra esencia natural.
Las estadísticas sirven para dar un marco de referencia. Pero no indican una verdad absoluta. Sirven para reflexionar, pero no sirven para dar pautas.

Qué tiene que ver todo esto entre sí? Bueno, en principio creo que la mayoría de los humanos tenemos la tendencia a buscar referencias todo el tiempo. Constantemente necesitamos proyectarnos y compararnos con los demás. Así podemos justificarnos, engañándonos, diciendo que si hacemos tal o cual cosa, o reaccionamos de tal u otra manera, tiene  que ser por algún tema general. Si los demás lo hacen, por qué yo no? O, si tal porcentaje tiene las mismas tendencias, debe ser por algo.
Aca entra en juego el tema del liderazgo.

En mi experiencia en esta vida he notado que la gran mayoría de la gente (no generalizo, sólo indico una cantidad de gente aproximada, basándome en mi personal opinión y experiencia) prefiere seguir al rebaño. Si aparece alguien diciendo 'esto se hace de esta manera', lo más probable es que lo hagan de esa manera sin siquiera pensarlo o ponerlo en duda. También están aquellos que a cada paso que dan preguntan al que está por delante si van bien encaminados. Esto no es malo. Da sólo una idea de cómo nos comportamos los humanos. Cómo nos buscamos y nos necesitamos para entendernos mejor a nosotros mismos.

En la vida hay diferentes arquetipos. O, según Carl Jung, estructuras de lo inconsciente colectivo. Basados en mitos, leyendas, sueños y fantasías, estos arquetipos nos predisponen a ser de una manera u otra, cambiando el arquetipo según la experiencia y el momento.
Aun así habrá momentos que querramos ser tal o cual arquetipo, nada es permanente.
Nos gusta sentirnos parte de algo, nos gusta creer que somos todos uno, pero cuando esa determinación se hace muy evidente, escapamos de la estructura queriendo reinventarnos, ser otros y sorprender(nos) con otros pensamientos, otras formas de ser. Creyendo que esto es posible, rompemos con lo establecido y nos redescubrimos.
Pero siempre volvemos al inicio. Cuando rompemos la estructura, nos damos cuenta que estamos solos. Y no queremos estar solos.
En la soledad de nuestro ser somos puros y libres.
Pero esa soledad nos llena de temor. Queremos ser uno con el otro, ser parte, carne y vida.
Y así, salimos de la cueva para buscarnos como los perros se huelen las colas. Vivimos nuestra vida particular, con nuestras circunstancias, nuestras experiencias de vidas y sobre todo, nuestra personalidad.

La personalidad es lo que nos distingue del otro. Yo soy quien soy de acuerdo a mis características personales, construídas en base a mis actitudes, mis emociones, mis sentimientos, mis pensamientos.
No hay dos personas iguales. Todos nacemos con diferentes características físicas y genéticas, y aun tuviéramos mucho en común, nunca seríamos idénticos.

Sin embargo, cuando se generaliza y se nos trata como números, solemos inclinarnos a pensar que somos parte de algo, que pertenecemos a una categoría, a una mayoría.

Ahora, el liderazgo es otra cosa. Es asomar la cabeza y decir lo que uno piensa más allá de lo que piensen los demás.
A riesgo de encontrarse con caras largas y gente que no nos comprende.
Pero el liderazgo en su apogeo es llevar la posta. Es entender la psiquis humana y llevarla a su esplendor. Es plantar una bandera y decir, aca estoy yo. Sin mirar atrás, a ver quién lo está siguiendo, quién aplaude o quién se queja.
El que lidera es el que toma la responsabilidad, el que asume su rol a pesar de no tener siempre la razón ni la verdad.
El que aprende que en la vida hay más caminos que los que se cuentan, sabe que muchas veces estará solo en el camino que elija.

Pero también sabe que ese camino es el suyo. Y que nadie podrá venir a decirle, según las estadísticas ese camino está plagado de espinas, no es el correcto ni el que le hará feliz.
Uno busca, camina, mira las vidrieras, hace amigos, se detiene, bebe un sorbo de agua, come un pedazo de pan, duerme una siesta, mira un mapa, mira el mundo a su alrededor, mira el cielo y el suelo que pisa. Y aun con la incertidumbre de no saber si cada paso que da es el que lo llevará a destino, sigue caminando.

Atrás vendrán otros. O no vendrá nadie.
Pero lo importante es ser uno mismo. Ser persona y no ser número para alimentar la fantasía de que eso que nos une ha sido ya predispuesto.
Lo que nos une es el ser persona, el buscar y caminar el camino. Es ser libres, puros. Ser energía.
Y brillar como la luz, brillar esa luz interna cuando entendemos de qué hablamos. Y callarnos, distanciarnos, cuando la luz se oscurece o hablamos demasiado.
Y así también está el silencio, que puede ser mágico cuando lo dejamos ser y nos limitamos a escuchar.
Por eso la meditación es tan recomendada. Es el momento que tenemos para estar con nosotros mismos, y al mismo tiempo, conectarnos con el mundo desde nuestra energía.

Debo decir que hasta ahora me ha costado detenerme y sentarme a dejar que ese silencio lo inunde todo. Estoy todo el tiempo pensando que tengo o debo hacer tal o cual cosa, que si no hago eso que creo tan importante, perderé mi tiempo.
Hay como una constancia de querer 'aprovechar el tiempo', utilizarlo y exprimirlo como una naranja.
Vamos y venimos. Terminamos con la lengua afuera, creyéndonos importantes por hacer tanto o controlar tanto.
Pero en el fondo no controlamos nada. No somos mejores ni peores. Somos. Seguimos siéndolo todo el tiempo. Eso no cambia.
Lo que cambia es lo que pensamos, lo que sentimos.

Yo hoy siento que tenía que decir todo esto. Porque me cansa escuchar o leer más de lo mismo. Yo me animo a asomar mi cabeza en la multitud, aun así mi altura no me lo permita..
Y aunque peque de arrogante, sé que no podría hacer nada más.
Porque tiene que ver con quién soy, con mi personalidad y sobre todo, con el fulgor de los sueños que aun me animo a soñar.

Somos personas y somos entes. Somos el mundo. Somos únicos y verdaderos.
Somos humanos que nos preguntamos qué hacemos aquí todo el tiempo.
Sigamos preguntándonos. No nos cansemos de querer saber. Seamos personas y cuanto más personales, menos posibilidades de que nos confundan con un número.

2 comentarios:

Sasa dijo...

Caminante no hay camino, se hace camino al andar... Sasa

Unknown dijo...

;) Y sí.. se va aprendiendo mientras se hace, se intenta, se busca.. sabias tus palabras