martes, 28 de febrero de 2012

La voz propia

Los que creen conocerme saben que soy (o más bien me muestro) siempre una persona muy decidida, fuerte y digo lo que pienso, sin pelos en la lengua.
Quizás por mi caracter o mi signo zodiacal, vaya a saber uno por dónde va la cosa, pero yo personalmente sé que tiene que ver con un poder interior.

Sin embargo, en muchas circunstancias pierdo esa voz. O me sale finita, o a veces hasta no me sale completamente.
Es un poco el miedo a la voz propia, el miedo a no ser bien recibidos o no ser comprendidos. O a hacer el ridículo, equivocarse.



Cuando íba al colegio me pasaba todo el tiempo. Si una profesora preguntaba algo y yo sabía la respuesta, no me animaba a decir en voz alta lo que sabía. Dudaba de mí misma, mi voz era como un hilo o más bien un murmullo.
Mi compañera de banco, que no era ninguna tonta, ni lerda ni prezosa repetía la respuesta que yo tímidamente murmuraba. Y generalmente, siempre era la respuesta adecuada.
Demás está decir que nunca fui una muy buena estudiante..
Tampoco tenía tantas amigas, el colegio o esas épocas fueron para mí momentos de mucha frustración personal.
Quizás porque no encontraba mi voz propia en la jungla de voces femeninas que me rodeaba (sí, fui a un colegio de mujeres). Quizás porque en casa apenas tenía con quién hablar. Muchas hipótesis. Pero la verdad es que era tímida, solitaria, un bicho de otro pozo.

También siempre recibí la crítica (no muy constructiva que digamos) de mi propia madre que decía que la aburría porque hablaba en un tono monótono.. quizás me haya quedado algo de esa crítica, porque la mayoría de las veces no disfruto hablar por teléfono. Prefiero las conversaciones cortas y prácticas. Prefiero verme cara a cara con la gente, ver sus emociones reflejadas en las facciones de una cara, los gestos, los silencios, las palabras.
Si notan que durante una conversación empiezo a repetirme o a repetir con mis propias palabras lo que el otro me está diciendo es porque me estoy poniendo nerviosa. Están avisados.

Sin embargo, me he sentido muy  cómoda con mi voz interior y mi voz exterior en algunos otros momentos de mi vida.
He sido miembro del coro del colegio. No era de las mejores voces pero me defendía. Lo que más me gustaba era cantar las canciones de misa para las comuniones. Las canciones de misa tenían una emoción, una melodía que me traspasaba. Me hacían sentir que formaba parte de algo. No era sólo mi voz, sino las voces en conjunto.
Después fue la época post escolar, cuando con mis amigas íbamos al Cantobar Sometimes de Pinamar y posteriormente a su filial de Acassusso.
Con canciones de Fito Páez, La Portuaria y hasta The Doors, un poco envalentonadas por el alcohol, rompíamos el escenario (literalmente).
Quizás la voz propia, sincronizada con las de mis amigas, salía más pura y en su elemento.
O cantando a coro en un concierto de rock.. la energía de la música y la voz al mismo tiempo.. te paraba los pelos del brazo.. se sentía como  cuando sentís la proximidad de alguien.. pero todo a tu alrededor.
Es como magia.

A todos nos ha pasado de grabar nuestra voz y sentirnos desilusionados. Esa voz que escuchamos no puede ser posible, no, que sea la misma voz que sentimos salir desde dentro nuestro.

Cuando era chica, digamos unos 8 ó 9 años, solía grabar música de la radio en aquellas antiguedades que eran los cassettes.. grababa la música y grababa mi propia voz como si fuera locutora de radio. Mi programa se llamaba ´Tomorrow people´ y sí, el jingle era la canción de Ziggy Marley..

Aquí en Holanda he incursionado en la radio. A pesar de mi no perfecto dominio del idioma holandés he presentado un programa en Radio Lelystad que se llamaba ´Parels van Lelystad´. Basado en el libro homónimo (historias de mujeres inmigrantes en Lelystad, donde yo aparezco) la idea era hacer entrevistas a personas conocidas y no tan conocidas de Lelystad. Junto con Oznur Tecim timoneamos el programa durante algunos meses, hasta que yo me fui durante mi segundo trimestre de embarazo.
El programa me dio la pauta de que tenía una voz que podía salir adelante. Entrevistaba holandeses en su mayoría que, si bien tenían cierta dificultad a veces para entender mi acento, en líneas generales podíamos llevar la entrevista a buenos momentos de intercambio. Se creaban buenos diálogos. Y si bien mi voz puede ser muy potente, no salía en toda su amplitud, se dejaba oir.
Fue una buena experiencia.

Hoy por hoy, en mis muchos roles que cumplo en el día a día, llevo muchas voces en mí. No es igual la voz de madre que la voz de coordinadora (aunque hay algunos parecidos significantes..). Como tampoco es equivalente mi voz de amiga con mi voz de hija o hermana. Aunque hay similitudes, porque todas las voces salen desde mí.

Pero cuando me encuentro con mucha gente, en grupos grandes, mi voz vuelve a desinflarse. Si no soy parte de algo, suelo sentarme yo y mi voz en un rincón donde no haya tanto ruido. La voz propia se pierde un poco en la multitud.

He tenido la oportunidad de hacer cursos de presentación y participar en muchas ocasiones de eventos donde me he tenido que presentar y contar quién soy. Desde mi trabajo como voluntaria, desde mi voz como inmigrante, como madre, como mujer. Las más de las veces ha sido en otro idioma, en holandés, un idioma que entiendo, hablo, leo y escribo, pero nunca a la perfección como me gustaría. Además de ser un idioma medio seco a hora de expresarse.

La voz propia es la esencia de lo que somos y de lo que queremos decir. Lo que queremos expresarle al mundo.

Como escritora escribo de la misma manera en que hablo. Escribo desde adentro. Desde esa voz gutural que me sale desde lo profundo. Quizás porque cuando escribo estoy sola y no hay nada ni nadie que me haga sentir incómoda.
Igual me pasa, con algunas personas, que malinterpretan lo que escribo o quizás se lo tomen demasiado personal. Es un riesgo. Somos muchos en el mundo y cada uno es un mundo en sí mismo. Es lógico que no siempre nos entendamos o comprendamos lo que el otro quiere decir.

Sin embargo me gustaría volver a cantar en voz alta delante de la gente. No se equivoquen, no voy a postularme para The Voice of Holland.. pero sí me gustaría volver a escuchar mi voz pura como cuando le cantaba a los ángeles en la buena acústica de las iglesias.. allá lejos y hace tiempo..

Quizás una buena idea sea tomar clases de canto. Quién sabe.. Alguien tiene experiencia, tips?



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