miércoles, 18 de julio de 2012

Nacida en el siglo del viento

Relojes - Salvador Dalí
En algunos momentos he pensado que el mundo es como es porque a alguien le convenía.
No podía estar más equivocada. El mundo es como es por obra y esfuerzo de los que lo transitamos. Por momentos hay dicha, por momentos dolor.
Es parte de lo que somos, de lo que estamos hechos.
Fábrica de mentiras y verdades.

Cuando era más joven, mucho más joven que ahora, creía que el mundo y sus seres eran como los espejitos de colores que muchos compraron sin saber qué eran en realidad. Muy naïf, muy inocente. Dándole oportunidades a los idiotas y a los ladinos. Pensando por dentro que nada de lo que hacía era suficiente. Pensando lastimosamente que era todo por mi culpa.
Porque no tuve una infancia grandiosa como en los cuentos que me gustaba leer. Esos de hadas y magos.


Tampoco tuve una adolescencia feliz.
Porque cuando se es adolescente, se adolesce, carece uno de los elementos de carácter para sentirse suficientemente fuerte.
Porque se mira demasiado al de al lado, se compara, se envidia, se tiene celos, se amarga, se autocompadece.
Sí, muchos de mis días y mis noches fueron un desperdicio.
Vagaba por el mundo con mis preguntas, preguntas que colgaban como cuelgan las riestras de ajo en el mercado. Preguntas sobre el mundo, preguntas sobre mí misma.

Esas preguntas no siempre obtenían sus respuestas. O más bien las respuestas no eran siempre las adecuadas, o las que yo esperaba que fueran contestadas.

Pensaba atravesadamente. Mi mundo era más seguro que el mundo real. Me escondía en mi mundo, donde nadie me decía lo que tenía que hacer ni cómo tenía que ser.
Pero en un mundo propio no se puede habitar eternamente. De repente se sale al mundo que está allí afuera, ahí nomás cruzando la puerta, y se encuentra que el mundo tiene sus luces y sus sombras.
Cuántas veces he vivivo bajo las sombras de mis desilusiones! Cuántas veces he vivido pensando equivocadamente que las personas que amaba no me querían lo suficiente! Cuántas y tantas veces he creído en dioses de barro que me vendían sus espejitos de colores..

Nacida en el siglo del viento soy. Soy alma vagabunda, alma que viene y que va, que busca, que encuentra, que nunca se siente satisfecha.

De mis raíces poco sé. Sé quiénes eran algunos de mis antepasados, pero poco sé de sus dudas y sus muertes internas. Poco sé de la música que entona el mundo cuando quiere aliviar la carga de los que se fueron sin dejar rastros.

Hoy terminé el tercer volumen de la trilogía Memorias del fuego de Eduardo Galeano. Me llevó dos años poder hacerlo.
Cuando empecé el primer tomo y lo terminé estaba embarazada de mi hija. Cuánto dolor desplegaban sus páginas, cuánta ignorancia sentí.
Me tomé el tiempo para poder leer los otros dos tomos. Y hoy, día raro, con lluvia y cierto escozor debajo de la piel, terminé de leer esta magnífica obra literaria. Los libros de Galeano deberían ser obligatorios en los colegios y universidades. Deberían ser libros para todos, para aprender, para entender.
Porque reflejan el mundo como no lo queremos ver. Con sus mentiras y sus verdades. Con sus engaños, hipocresías, muertes, dolores, tragedias como nunca antes nos las contaron.

De aquellos años desperdiciados hoy me tomo la vida de otra manera. Ya no tengo dudas sobre mí misma, ya no doy oportunidades al que no las merece. Ya no busco a tientas ser otra de la que realmente soy.
Me tachan de seria, de freak. Los que me quieren y los que no.
Me duele a veces que no me entiendan, pero  creo que lo que más me duele es que no se den cuenta de cuánto tiempo se pierde cuando uno no quiere ver.
Que ignoren que si hoy soy seria y busco reinventarme tiene que ver con todo aquello que perdí por no entender el mundo como era.
Que ahora sé, por ser madre también, que todo lo que construimos ahora, en este momento, es lo que nos dará la pauta para mañana, para el futuro.
El futuro es sólo una linda palabra que suena bien. El futuro es ahora. Ya. En este momento mientras escribo, mientras sueño con mis ojos abiertos, de par en par, mirando el mundo, mirándome a mí misma.

Y sí, soy seria. Porque no quiero perder ni un minuto de esta vida. Porque se acaba rápida, porque ahora que soy madre sé cuán duro es crecer y ver crecer a los tuyos. Cómo la distancia lo dilata todo. El momento pasó y uno deja de ser un poquito, aprende otro poquito.

El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, dice la canción.
Yo el amor no lo reflejo, como ayer.

Aquí la letra completa de Años, escrita por Pablo Milanés

Mercedes Sosa lo canta con alma pura
 
El tiempo pasa
Nos vamos poniendo viejos
Yo el amor
No lo reflejo como ayer
En cada conversación
Cada beso cada abrazo
Se impone siempre un pedazo
De razón

Vamos viviendo
Viendo las horas
Que van pasando
Las viejas discusiones
Se van perdiendo
Entre las razones
Porque años atrás
Tomar tu mano
Robarte un beso
Sin forzar el momento
Hacía parte de una verdad

Porque el tiempo pasa
Nos vamos poniendo viejos
Yo el amor
No lo reflejo como ayer
En cada conversación
Cada beso cada abrazo
Se impone siempre un pedazo
De razón

A todo dices que sí
A nada digo que no
Para poder construir
Esta tremenda armonía
Que pone viejo los corazones

Porque el tiempo pasa
Nos vamos poniendo viejos
Yo el amor
No lo reflejo como ayer
En cada conversación
Cada beso cada abrazo
Se impone siempre un pedazo
De temor

Por eso le digo a los míos y a los que no lo son: no me quieran entender porque para entenderme tendrían que haber vivido bajo mi piel. Pero sí quiero entenderlos, porque en cada momento que descubro el mundo otra vez, revivo por los años que perdí. Aménme por lo que soy, lo que doy, lo que mi vida siembra y cosecha. Escuchen mis palabras, porque ahora mismito ya se las llevó el viento.



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