lunes, 3 de marzo de 2014

Ciclos convergentes

M. C. Escher
Otra vez silencio.. y después de las tormentas no puedo dejar de continuar hacia adelante.
La vida tiene eso, como ciclos que convergen entre sí. A tientas, como buscando anclar en alguna tierra prometida, me sumerjo en esta marea de emociones constante.

Entre el silencio hay huecos, gestos y palabras que, ocultos, siguen vivos.
Me disuelvo poco a poco, buscando, extendiendo mis manos hacia el infinito.

Hoy dejo de ser yo misma para ser otra y para reconstruirme.



Mirándome en el espejo del mundo me reconozco y al mismo tiempo no sé quién soy.

Me cansé de mirar hacia afuera y lo que está sucediendo a mi alrededor.
Son momentos duros, impíos, llenos de asperezas en el camino. Igualmente ya nada me detiene. Con la cabeza en alto sigo, como si en ello se me fuera la vida, hacia adelante, hacia donde los pasos me tengan que llevar.

Hoy me refugio en mis palabras, ahuecadas en el puño. Mi corazón trastrabilla, pero late con frenesí.

Hay ondas en el mar y todo me deja pensando. Si doy un pasito hacia allá, volveré a ver el horizonte desde donde esté?

Esa línea firme de mundo que parece distante. Me acerco y me alejo. Se desdibuja esa línea y parece un espejismo.

Sé que nada dura para siempre. Incluso el amor, la fatiga y la desesperación.

Busco, a tientas, el cansino reverdecer de mis sentidos dormidos.
Busco, como quien no quiere, un gesto, un signo que me permita seguir viviendo y seguir creyendo que algún día todo esto que hoy me abruma formará parte de un pasado remoto y necesario para aprender.

Porque en el momento en que vivo pareciera ser que me adentro en un oscuro túnel sin salida.

Muy dentro de mí sé, lo presiento! estoy cerca. Me adentro en el bosque para salir fortalecida. Viva, siempreviva, siempre atenta, estos momentos duros y solitarios serán sólo un recuerdo.

Me hundo a decidir si es la lluvia la que mece la cuna de mi existencia. Y el sol, reblandecido, crudos los ojos de tanto mirar.
Mientras mis manos esperan en la desespera de saber que lo que poco abarco tiene un fin.

No dejo de sonreir al mundo. Aunque duela y raspe, ese futuro incierto y desmedido se acerca, paso a paso, a despedirme de lo que ya no veo.

Y así, los momentos se pasan, raudos y quedan inconclusas estas palabras. Dormidos los ojos, desplegando mis alas.

Criptograma del cielo. Y a tus pies, rendida, con las ganas de echarme a volar.

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