En puntas de pie

Se van los días, y ya casi se va la mitad del año. Me deja pensando.
Qué vida me espera la próxima mitad del año? Qué mecanismos se pondrán de repente en acción? Hay muchas cosas en este momento, sucediéndose al unísono.



Por momentos siento que me estoy perdiendo de algo muy importante. Otros momentos, siento exactamente lo contrario. Que no hay nada allá afuera, fuera de mi burbuja de jabón, que sea realmente importante. O que pueda cambiar mi visión del camino.

Como todos los momentos difíciles, éste es uno de los más complejos, y se me hace larga la espera.
Hay movimiento, sacudidas, palabras que vienen y van, rebotan, de un lado al otro.
Entre la necesidad de que pase algo pronto y la sabiduría de que todo está ocurriendo como tiene que ser, así se me pasan las horas, los días.

Y entretanto, escuchó una y mil veces todo tipo de gente hablar y opinar. Qué es lo mejor, qué tendría que hacer. Que si hago algo, que si no hago nada.

Mi instinto me dice que no preste atención a todo eso que circula a mi alrededor. Que lo que estoy haciendo, si bien pareciera poco o nada, es suficiente para el momento que estoy transitando.
Hay que tener coraje para plantarse con lo que uno siente y piensa. Con lo que uno interiormente sabe que es bueno.
Siguen siendo pasos de hormiga. Pero son los correctos. Los necesarios. Porque el camino creativo es zigzagueante y va de la mano de lo que uno es.

Hoy por hoy no podría dejar de escribir. Aun así las palabras quemen, duelan, muestren mundos que no son mostrados.
Mis palabras gritan. Todo lo que llevo adentro y nadie quiere oir.

En puntas de pie, camino erguida, despacio. Todo lo que tiene que suceder está sucediendo. El momento se aproxima. Hay que estar alertas.

Sigo caminando, sola. Sola y con mis hijos de la mano.
No hay mucho más.
Lo demás son momentos que se escapan.

No quiero detenerme a pensar si lo que hago está bien o no.
Y lo que digan los demás, no me resbala. Pero no me detiene.

Me preparo para el salto.